Plaza Consistorial
Plaza Consistorial
Nuevo Casino Principal
Plaza de Toros
En este tramo, Camino de Santiago y encierro se dan la mano para convertirse en uno de los puntos de encuentro de los visitantes a la ciudad.
Aquí tiene lugar el castizo «Baile de la Alpargata», cuya denominación nació del desafío de los mozos que, tras correr el encierro, rompían las normas de vestimenta del Casino, acudiendo con este calzado.
Construida en 1923 al hilo de la creación del Ensanche de la ciudad, las tardes de San Fermín se llena de color y música para dar paso a la Feria del Toro. Es la cuarta plaza de toros más grande del mundo en cuanto a aforo.
Corrales del gas
Monumento al encierro
Vallado en la sociedad Napardi
Pocico de San Cernin
Bronce, obra de Rafael Huerta, congela un momento en el que los mozos suben por Estafeta mostrando en sus caras una gran tensión.
Se trata de la sociedad gastronómica decana de Navarra. Cada año, durante los Sanfermines, hacen entrega del premio ‘Gallico de oro’ a alguna personalidad destacada nacida o vinculada a Pamplona.
Dice la tradición que fue aquí donde San Saturnino de Toulouse bautizó a los primeros cristianos de la ciudad, entre ellos a Fermín.
Escultura de Ernest Hemingway
Capilla de San Fermín
Plaza del Castillo y La Perla
Corral de Santo Domingo
Epicentro de los actos religiosos.
Salón de pamploneses y visitantes, toma el pulso de la ciudad y sirve de punto de encuentro tanto en la fiesta como en los días de calma. De fondo se escuchan la música del Baile de la Alpargata y asoma el hotel La Perla, donde se han alojado famosos visitantes de la ciudad, entre otros, Ernest Hemingway.
Allí aguarda la manada a que suenen las 8 de la mañana en el reloj de San Cernin para cruzar el casco viejo hacia los corrales de la plaza de toros. Los maderos que podemos ver durante todo el año, nos hacen entender cómo se forma el corral, que habitualmente es un parking de coches.
Calle Estafeta
Vallado en la sociedad Napardi
Sobre su adoquinado conviven toros, mozos y parte de la gastronomía de la ciudad. No se puede terminar la visita sin degustar pinchos por esta calle o probar unos dulces garroticos.
San Fermín aguarda las plegarias de los mozos a punto de correr el encierro, resguardado en su hornacina, que ahora aparece sin ornamentos (pañuelos y velas).